La contrariedad del mundo
Durante el crepúsculo, el viento ruge y clama autoritario ante la contrariedad del mundo.
Se estremece, como si fuese un feroz vendaval, que sopla desde el sur hasta el frío poniente; reprobando vertiginosamente la putrefacción del sistema, la inconcebible divergencia entre sus hijos, y esa procaz vileza que caracteriza la santurronería de los monarcas, que imperan equívocamente desde sus poltronas de cristal.
Se lamenta durante la gélida alborada y, en ocasiones, vierte lágrimas de sosiego para los desventurados, pero tan pronto se recuperan los abatidos se levantan y velozmente engullen las entrañas de su causa.
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