EL VENDEDOR

¡Qué ganas de salir adelante!
No tengo idea de cuál es su nombre, desconozco el tipo de enfermedad que padece. Sin embargo; ese caminar algo complicado y esas muecas que se dibujan en su rostro para pronunciar una que otra palabra, hace que piense de inmediato en alguna efermedad degenerativa.
Emprende un viaje de 1:15, desde Huaquillas hasta Machala. Tiene una maleta negra, misma que cruza todo su torso; por cierto, algo inclinado hacia la derecha producto de su enfermedad.
Uno de sus brazos conserva aún algo de fuerza; lo utiliza para apoyarse en cada asiento del bus, después afianza su humanidad en algún espacio disponible para extraer de la maleta productos, como chocolatines y galletas. Ciertos pasajeros del bus receptan lo ofrecido; otros miran hacia un lado, ignorando al hombre.
Para algunos resulta molesto cruzarse en el pasillo con él. 'Muevase, que estoy apurado', murmuran con cierto fastidio por el caminar pausado de aquel hombrecillo. Otros tienen el don de poner en blanco los ojos; '¡Caray, que talento para girar esas pupilas, como si fuesen una ruleta ruza!'- pienso en voz baja-, mientras observo con algo de suerte como el iris de varios ojos ingratos vuelven a su lugar.
Tengo dos opciones; la primera, pensar en la falta de sensibilidad de personas, que se mueven por el mundo con tanta prisa, mal humor, tanto fastidio. Me pregunto quizá mantienen cierto resentimiento con ellos mismos, pero bueno... la segunda; es una interrogante, mejor dicho varias ¿qué lo mueve a hacer eso? ¿no sería más fácil para él quedarse quieto y pedir ayuda (limosna)?.
Después veo que regresa hasta la primera fila, donde estoy sentada y digo 'el tipo recorrió todo el bus ofreciendo su producto'. En ese momento me di cuenta que caí en el pensamiento del conformismo, postura fácil que se entrelaza con lo habitual; eso que escuchamos a diario en los buses cuando dicen 'señorita, caballero ayuden a este pobre hombre que no tiene nada que comer' o 'fui alcohólico y acabo de salir de la cárcel. Tienen que ayudar al caído; si uno roba es porque la sociedad le cierra las puertas'.
Estamos acostumbrados a escuchar la misma historia. Hemos  adoptado como algo habitual el amedrentamiento de personas que se enojan por el simple hecho de recibir un no como respuesta, pero como todo en la vida hay excpeciones, aquellas almas que luchan a diario, como el hombre de este relato que proyecta una gran lección de perseverancia.
A pesar que no todos compraron los dulces. Él utilizó la misma fuerza que radica en su brazo para guardar aquellos que fueron rechazados. Este hombre es sinónimo de lucha y, sobre todo, un ejemplo para personas que piensan  o ven algo como imposible. No importa cuantas veces recibas un "no" como respuesta es mejor continuar hasta la última fila de tu propio bus con una gra  sonrisa. Recuerda que es de mediocre pensar que todos deben correr hacia ti para brindarte ayuda. No te enojes cuando veas que estás solo, mejor mira a tu alrededor y empieza a crear tus propias oportunidades. Cuando los días grises hayan pasado y se presente la casualidad de dar la mano a quien hace lo imposible  por salir adelante, aunque tenga medio mundo abajo, hazlo, simplemente hazlo. Tú puedes aportar con algo positivo a la vida de esa persona. Ser eso que impulsa a otros  a que no se rindan sin ver el gran camino que tienen para después disfrutar en la cima. A ti también te dijeron "NO", pero entre toda esa gente negativa hubo un "SÍ" porque de una u otra forma te cambiaron la vida y tú puedes hacer lo mismo con alguien más.