Una puta en el hogar




No muchos lo saben o quizá sí, pero es un secreto a voces que se esconde tras la cocina, el lavadero o cualquiera de esos utensilios desgastados, que por  más que se limpien desprenden una misérrima chispa de compasión por lo descuidado.

Entre muebles y estantes se esconde un peculiar personaje, con habilidades de  recetar como todo un doctor y alimentar a los niños, como todo un cocinero. A la vez, tiene una extraña combinación entre nana y superheroína; pero de vez en cuando, deja a un lado el delantal y la capa para fantasear un rato con lo prohibido. Con aquello que está totalmente restringido para toda una dama.

Se las presentan como si fuesen un robot que se autoprograman todos los días. La singular diferencia es que mezclan sentimientos; algunas veces de amor y otras de  repulsión. Mientras conducen el coche, observan el reloj para llegar a tiempo a pagar las facturas, actualizar la póliza, hacer las compras, regatear, volver a casa; poner la lavadora, limpiar, lavar, remendar, cocinar. Volver a salir, buscar a los niños, comer, lidiar, regañar.

Y cuando el reloj señala el medio día..

- ¡Oh platos!

Lavar, deberes, descifrar, sumar, restar; sujeto, predicado. La Odisea, en la que está. Y para rematar, la cena, el esposo; sus problemas, la oficina, escuchar, callar. ¿Dinero? no hay.

Y... ¿el sexo? ¡ni hablar!







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